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Moro Code

“Necesitamos más luz el uno del otro.

La luz crea comprensión, crea amor, 

el amor crea paciencia 

y la paciencia crea unidad”, Malcolm X

El famoso Black Code de Angela Davis expone una serie de reglas para empoderar, proteger y crear solidaridad entre la comunidad negra frente al racismo que sufre desde hace años. Si bien la situación y contextualización histórica del racismo en España es diferente a la de EEUU sobre todo con lo relacionado con lo moro y musulmán, es necesario observar una serie de pautas y reglas con las que fortalecer nuestras comunidades con el fin de acabar con el racismo y todas sus consecuencias en nuestras vidas. Revivir la hermandad y solidaridad entre nosotros/as es primordial para fortalecernos como comunidad y poder luchar contra un sistema que nos deshumaniza, oprime y separa. 

«No se trata de establecer una reglas morales con el fin de ser mejores personas, se trata de puntualizar unas pautas de comportamientos que fortalezcan nuestras acciones políticas.»

Fátima Tahiri

Debemos aclarar que el siguiente código no pretende ser una guía moral o espiritual. No se trata de establecer una reglas morales con el fin de ser mejores personas, se trata de puntualizar unas pautas de comportamientos que fortalezcan nuestras acciones políticas, como colectivo y como personas racializadas que sufrimos el racismo y la islamofobia de forma cotidiana en nuestras pieles. 

El siguiente código se inspira en el black code de Angela Davis con ligeras modificaciones y adaptaciones a nuestra situación como moros/a y musulmanes/as en España:

  1. No robamos , no matamos, no ofrecemos drogas los/as unos/as a los/as otros/as: En el código original Davis tratan puntos separados y diferentes. En nuestro caso, hemos decidido juntarlos para mostrar que toda lucha contra las injusticias debe venir basada en una serie de valores y normas humanas que respetan la vida y dignidad de las personas. Unos valores que es más que necesario cumplir para mantener una comunidad sana. 
  2. Protegemos a los/as niños/as primero: En los últimos años hemos sido testigos de cómo la islamofobia y el racismo se ha sustentado sobre el cuerpo y la infancia de los/as peques. La extrema derecha y la derecha española han utilizado la situación de vulnerabilidad de una infancia sola y precaria, los mal llamados MENAS,  como arma política para sumar electores. Esto no ha hecho más que ahondar en su deshumanización y reforzar el racismo existente hacia ellos. Sin olvidar el racismo y la islamofobia latente en las escuelas que hace que nuestros/as pequeños/as se vean segregados, además de expuestos/as a un acoso escolar por parte del resto del alumnado que no es considerado violento sino “cosas de niños/as”. Así como el racismo por parte del profesorado que manifiesta en varias ocasiones comentarios racistas de forma impune avalados por la superioridad cultural y su estatus de poder.  
  3. Nos educamos y apoyamos los/as unos/as a los/as otros/as: Malcom X dijo que “la educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy”. Animar a nuestros/as pequeños/as, a nuestros/as jóvenes e incluso a nuestros/as adultos/as a aprender es un punto primordial en nuestra lucha contra el racismo y la islamofobia. Pongamos en valor todo el conocimiento y especialmente el conocimiento decolonial, el conocimiento que nos permita luchar y acabar contra un sistema que no sólo nos deshumaniza, también devalúa todo saber que tienen que ver con nuestros orígenes. Es necesario conocer este tipo de conocimiento que nos ayudará a mejorar desde un punto de vista crítico y empoderarnos como comunidad. Leamos a los/as escritores/as, investigadores/as, activistas o periodistas moros/as y consumamos contenido audiovisual creado y protagonizado por artistas moros/as. Y lo más importante, citemos este conocimiento y a sus autores. El racismo ya se ha apropiado de nuestros saberes o los ha rechazado como conocimiento por considerarlos sin valor y/o inferior. No caigamos en lo mismo. Valoremos nuestro trabajo y el conocimiento producido por nosotros/as mismos/as como herramienta de lucha antirracista. Citemos sus nombres porque las cosas cuando tienen nombre existen y nosotros/as existimos, nuestro conocimiento también.   
  4. Nos respetamos y no nos enfrentamos los unos/as a los otros/as: El respeto es un valor obligatorio en toda comunidad y mucho más en un contexto donde el racismo y la islamofobia nos asfixian. Ser una comunidad unida no significa pensar igual, actuar igual y llevar los mismos estilos de vida. Nuestra unión se basa en un sentimiento solidario que nace de un mismo origen. Nos reconocemos los/as unos/as a los/as otros/as en nuestros nombres, nuestros rasgos, nuestras lenguas, acentos y en nuestra espiritualidad. Creer que tenemos que pensar y actuar igual es un craso error. Enfrentarnos porque no se da esta situación no es más que ejecutar el imaginario racista que nos considera como un todo homogéneo de ideas, características y acciones fijas. Nada más lejos de la realidad. No se trata de actuar igual para estar unidos, se trata de respetar y convivir con todas las diferencias que nos separan prevaleciendo nuestra unidad como personas y la lucha por la dignidad. Puede que pensemos diferente, llevemos estilos de vida diferentes o vivamos la espiritualidad de diversos modos pero esto nunca puede servir para enfrentarnos entre nosotros/as. Aboguemos por la comprensión, la intimidad y el respeto mutuo. Cada uno/a tiene su camino con distintas paradas, idas, vueltas y regresos. Abracemos nuestras diferencias unidos/as. Como dijo Malcom X “necesitamos más luz el uno del otro. La luz crea comprensión, crea amor, el amor crea paciencia y la paciencia crea unidad”.
  5. Los hermanos respetan y apoyan a las hermanas: No podemos negar que uno de los temas más dolorosos a tratar es el de la mujer en la comunidad. Las mujeres moras arrastramos un sentimiento de culpa en el que sabemos que cada vez que hablemos para denunciar la misoginia y el machismo que vivimos en nuestra comunidad estamos alentando los discursos racistas e islamófobos y apuntando con el dedo acusador a nuestros hermanos, reforzando el imaginario por el que son percibidos como machistas y violadores en potencia. Como apunta Houria Bouteldja “es así que nosotras nos convertimos en campo de batalla. Seremos maltratadas. Sumisas para unos, traidoras para otros.” No podemos negar la situación social que viven las mujeres de nuestra comunidad tanto aquí como en otros contextos islámicos internacionales. No podemos negar el grave problema al que nos enfrentamos: el patriarcado. Tanto las hermanas como los hermanos deben siempre tener en mente y en sus discursos que como comunidad no renegamos del patriarcado y machismo presente en varios ámbitos comunitarios y en algunos países musulmanes, lo que no aceptamos es que esto se conviertan en la regla para definir, clasificar y discriminar a toda una población. El patriarcado impregna a todas las culturas y comunidades y no es monopolio de los musulmanes y el islam como nos quieren hacer creer.

Los hermanos deben trabajar y deconstruir una masculinidad que ha discriminado a las mujeres durante años. Censuremos el acoso callejero, el acoso por redes, el señalamiento a la vestimenta o forma de gestionar el cuerpo de las mujeres moras. Hay que tomar conciencia de que hay que dejar de usar a las mujeres moras y sus cuerpos como representación del islam y la comunidad. La independencia, dignidad, estatus y libertad de la mujer musulmana no debe ser un mero lavado de imagen. La mujer mora ha de tener un espacio activo y seguro dentro de su comunidad donde ocupe espacios de poder y gestión comunitaria mano a mano con los hombres. El honor, la dignidad y la libertad de la comunidad recae sobre hombres y mujeres que deben luchar contra el racismo y la islamofobia. Thomas Sankara dijo “no hablamos de la emancipación de las mujeres como un acto de caridad ni como un gesto de compasión humana. Se trata de una necesidad básica para el triunfo de la revolución.” 

  1. Apoyo entre las hermanas: La palabra sororidad es una de las más utilizadas en los últimos años por el auge de la influencia del movimiento feminista pero ¿qué significa sororidad entre hermanas? No podemos negar los varios frentes abiertos que tenemos como mujeres racializadas moras musulmanas. Nuestros cuerpos han sido campos de batallas para legitimar el colonialismo, guerras, racismo, la legitimidad de los Estados o el bien público. En este contexto de violencia, manipulación y confrontación tenemos que reapropiarnos de nuestros cuerpos y buscar en ellos refugio, fuerza y paz. Hay que romper los discursos y dinámicas que nos han construido como el símbolo máximo de alteridad y la herramienta que estabiliza o desestabiliza a una comunidad. Tenemos que ser refugio y fuerza las unas con las otras. Romper con los discursos que nos han clasificado como hijabís o no hijabís, modernas o atrasadas, buenas musulmanas o malas musulmanas, libres o sumisas…etc. Tenemos que construir nuestras propias narrativas en las que denunciar el racismo con el que se ha utilizado el sufrimiento de mujeres para afianzar la supremacía blanca. Hay que desligarse de los discursos que fijan nuestra condición religiosa y racial como causa del patriarcado que sufrimos. Somos MUJERES que sufrimos una violencia universal como por desgracia sufren las demás mujeres del mundo. Reivindicamos nuestra agencia política como mujeres y personas racializadas que desean una sociedad libre y digna. No queremos ser virales como agua que sacia la sed de la supremacía blanca y falsa caridad. Queremos compromiso político hacia las mujeres que son maltratadas día a día por las políticas poscoloniales, por las fronteras, por la ley de extranjería, por el racismo y la islamofobia que pretende robar nuestra propia voz. No queremos migajas de libertad “regalada” queremos la LIBERTAD como derecho de todas y no una posesión de algunas. 

Como comunidad, tenemos que abordar nuestra situación y comprometernos a mejorarla. No queremos ser el estandarte de la bandera de la guerra, hermanos. Queremos que se nos reconozca como las guerreras que han estado en primera fila y cuyos cuerpos han sufrido varias heridas, cicatrices, amputaciones y muertes. Queremos que se reconozca que aunque siempre hemos sido consideradas guerreras de segunda somos las que sostenemos, defendemos y luchamos por la dignidad y la vida de toda una comunidad. No queremos fotos, ni aplausos. Queremos reconocimiento a nuestra lucha y respeto hacia nuestros cuerpos, ideales y espiritualidad.  

  1. Apoyamos los negocios comunitarios: siempre en la medida de las posibilidades de cada uno/a consumir y comprar preferentemente productos de negocios comunitarios. Ir a restaurantes de personas moras, comprar ropa de tiendas moras, comprar productos de tiendas moras y contratar servicios de diferentes profesionales moros/as (fotógrafos/as, terapeutas, maquilladores, fontaneros, etc) es una manera de apoyarnos como comunidad. Fortalecer nuestros negocios y emprendedores nos fortalece como comunidad. En este sistema, capitalista conseguir una comunidad con una red fuerte de negocios es clave para conseguir una independencia económica y una futura red de apoyos económicos para proyectos que favorezcan a la comunidad.

Pensar y actuar desde el antirracismo nos introduce en un compromiso donde se cuestiona las diferentes opresiones, situaciones y realidades que vivimos cada día. Repensarnos, deconstruirnos y respetarnos nos pone ante la necesidad de luchar contras las distintas injusticias que atraviesan a los demás colectivos que conforman nuestra sociedad. La lucha antirracista no sólo consiste en señalar y eliminar el racismo y la supremacía blanca sino que también debe desmantelar los códigos y formas de comportarse como la arrogancia, la soberbia y la violencia. Debemos romper con eso. Conocer y saber de nuestra situación debe empoderarnos y unirnos ante la injusticia. El autocuidado de la comunidad en estos tiempos hostiles es un arma política.  Nuestra lucha no sólo nos beneficia a nosotros y nosotras sino a toda la sociedad porque el antirracismo no es una cuestión de paz y amor, es libertad, dignidad y justicia social.

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