-“¿El hambre? Es una necesidad, pero a veces es emocional. Se llama hambre emocional, Aya. Porque lo que realmente nos ocurre es que nos sentimos vacías y algunas personas recurrimos a la comida para satisfacer ese vacío. Y comemos, pero no se sacia. Es un vacío que traga y traga, y continuamos suministrándole todo lo que nos pide porque nos amenaza con eso otro llamado ansiedad que tanto tememos afrontar. La comida no está mal, no hay comida mala ni buena. Ese no es el problema. Aya, la cuestión aquí es qué pretendes llenar con la comida. Hay algo que no está resuelto y tu cuerpo te implora que lo hagas, por eso estás aquí”. Se dice a sí misma antes de entrar a la consulta del psiquiatra, con un discurso preparado y aparentemente bajo control con la intención de que le recete algún medicamento que ayude a reducir su apetito.